NOTAS PARA UNA XENOPOÉTICA ESPECULATIVA
Fabián Videla Zavala
*La siguiente publicación es un extracto del artículo del mismo nombre, publicado en Revista Metanoia Vol. 7 Nº1, enero – diciembre 2022 pp. 76-95.
Para leer el artículo completo, puedes ingresar al siguiente enlace: https://revistas.uarm.edu.pe/index.php/metanoia/article/view/206
Ficción especulativa
Una idea que “resume” el curso del debate instalado por Jean-François Lyotard (1979), en torno al problema del saber en la informatización de la sociedad y la descomposición estructural de las grandes narrativas, se signa en la dramática figura del colapso. A este diagnóstico que, entre el agotamiento de las categorías y la dispersión del saber pareciera indicarnos una arquitectura defectuosa al interior del pensamiento contemporáneo, se han sumado recientemente los indicios de un colapso planetario que evidencia la existencia de un umbral crítico en la crisis ambiental. En ese sentido, con esto remarcamos la exigencia de dos fenómenos contemporáneos que demandan renovaciones de las teorías disponibles (Avanessian, 2020; Biset & Naranjo, 2022) y comprometen a diversas disciplinas.
En primer lugar, la crisis del saber y las consecuencias del impacto que está teniendo la revolución digital, las cuales han sido descritas de diversos modos: la transición de la tecnosfera mecánica a la digital ha marcado una mutación de la experiencia humana y la sensibilidad (Berardi, 2018), un giro político y tecnológico en la historia de la metafísica del lenguaje (Groys, 2014), crisis de la imaginación política que anula la idea de futuro (Srnicek & Williams, 2013); la automatización de los trabajos productivos incluido el intelectual (Goldsmith, 2011); la inmaterialización de lo digital que tensiona el vínculo entre materialidad técnica y la inmaterialidad conceptual (Franklin, 2012); la administración digital del mundo (Sadin, 2017 y 2020), por mencionar algunos ejemplos.
En segundo lugar, el debate que se ha enmarcado dentro de la palabra antropoceno (Crutzen y Stoermer, 2020; Steffen, Grinevald, Crutzen y Mc Neill, 2011). Concepto empleado para designar la emergencia de una era geológica que sucedería al Holoceno, el período que atravesamos desde el fin de la última glaciación hasta nuestros días. Tal como su nombre lo sugiere, su cualidad radica en las transformaciones ecológicas y geológicas que el desarrollo tecnológico, industrial y militar –producto de la intervención humana– ha efectuado sobre el planeta. Sin embargo, no sólo se repara en la crisis ecológica del planeta, sino en la identificación y cuestionamiento de las condiciones de posibilidad de la violencia que ha provocado este desolador panorama. De este modo, con la aparición de este concepto se ha dado origen a una serie de palabras para denominar la nueva era geológica, que difieren entre ellas, al momento de enfatizar en diversas violencias y agentes: Capitaloceno (Serratos, 2020; Mauelshagen, 2017 y Svampa, 2016), Tecnoceno (Costa, 2022), Chthuluceno (Haraway, 2015), Oligantropo ceno (Svampa, 2016), Antropobsceno (Parikka, 2021).
En lo concerniente a este colapso generalizado del saber y la cancelación del futuro, la preocupación medular que ha marcado la agenda del pensamiento contemporáneo de finales de siglo XX y principios de siglo XXI responde a la búsqueda de nuevas formas especulativas y, en consecuencia, modelos de inteligibilidad ontológica. En otras palabras, las teorías se ven interpeladas por problemas que exigen nuevos marcos de comprensión y narrativas, esbozando, de este modo, una crítica ontológica radical al modo que Occidente ha pensado categorías tales como lo humano, la naturaleza y la materia. Frente a esto, se ha recurrido a materialidades e insumos provenientes de la literatura fantástica con el afán de ensamblar nuevos lenguajes críticos, en este lugar, se sitúan ejemplos tan emblemáticos como lo son el caso de Donna Haraway con A Cyborg Manifesto (1985), Reza Negarestani en Cyclonopedia (2008) y, recientemente, Quentin Meillassoux con Metaphysique et fiction des mondes hors-science (2013).
En concreto, en ese ensayo sostendremos que dicho giro especulativo hacia la ficción –o como señala Avanessian (2019) poética especulativa– no responde al simple gesto de “ilustrar” problemas teóricos a través de la ficción, sino que comporta una complejidad epistemológica mayor. Nos apoyamos en la clave de lectura propuesta por Mark Fisher al constatar la posibilidad de situar un materialismo gótico, el cual propone “acercarse a los textos ficcionales no a la espera de lecturas teóricas, sino como textos ya intensamente teóricos en sí mismos” (2022:42). En ese sentido, Eugene Thacker (2015), reflexiona el modo en que el pensamiento se topa con algo impensable al momento de reflexionar el horror y, el único lenguaje capaz de acceder a dicho espacio es un lenguaje no filosófico, es decir, no teórico. Se buscará, por tanto, identificar y describir los modos en que la literatura se articula y opera reflexivamente en su capacidad de imaginar y narrar el mundo; en un esquivo por no sucumbir en un nihilismo epocal frente al desolador y poco prometedor futuro que se nos anuncia. Como señala la filosofía ciberpunk de Nick Land en Fanged Noumena: “Nada Humano saldrá con vida del futuro” (2019:75). Porque lo humano es, precisamente, la categoría que resulta necesario desmontar.
Para ello, en esta discusión, en el presente texto buscamos reparar brevemente, en las figuraciones posthumanistas que han injertado la figura de lo xeno al interior de este doble debate marcado por la devastación ecológica y el imperio de lo digital. Las mutaciones, aberraciones y abyecciones del pensamiento xeno aún oscilan en profundidades inhóspitas y desconocidas, en efecto, dada la naturaleza siempre abierta a la reconfiguración de esta categoría que ha irrumpido en el pensamiento contemporáneo de las últimas décadas, nos encontramos con un concepto que sobresale por su plasticidad e indeterminación. Desde la tesis doctoral de Ray Brassiers Alien Theory (2001) hasta el Manifiesto xenofeminista (2015) de Laboria Cuboniks –transitando, de este modo, por los desarrollos del aceleracionismo y el realismo especulativo– lo xeno abre un horizonte de reflexiones dentro del pensamiento contemporáneo. A grandes rasgos sostendremos que la teoría alien responde, en cierta medida, a un problema general: eso radicalmente otro que inocula el terror por lo desconocido y los modos en que la política se nutre de ese miedo. La xenopoética vendría a designar, por lo tanto, una estética de lo otro, siempre abierta a la mutación, y que transfigura los espacios de clausura, tanto simbólicos como conceptuales.
En ese sentido, las teorías “xeno” tienen como objetivo legitimar el ejercicio ficcional, no manufacturando una filosofía de la ciencia ficción, sino buscando rescatar la dimensión productiva de la creación de conceptos. Se trata de una instancia propositiva en que el pensamiento filosófico de la alteridad le da una figura, siempre en mutación y construcción, a eso que le resulta irrepresentable y, hoy en día, se hace tan urgente no definir sino constatar. Por lo tanto, no asistimos a una suerte de filosofía de ciencia ficción, sino que la ciencia ficción se inscribe en una función específica que entra en diálogo con toda la tradición filosófica.
Xenopoética
Ambos análisis mencionados anteriormente, de algún modo, corroboran un desafío fundamental para el pensamiento contemporáneo, descrito por las directrices de un proyecto de metafísica futura en Avanessian. A saber, la idea de meta-futuros imbrica una exhaustiva revisión de los conceptos metafísicos, como lo hizo por ejemplo Meillassoux con el correlacionismo, en la medida que nuestro inédito presente –con un futuro que marcha hacia la extinción de toda forma de vida en su sentido convencional– nos “aboca a problemas metafísicos sin precedentes” (Avanessian, 2021.16). Esta nueva metafísica que busca desdibujarse de los márgenes antropocéntricos ensaya abiertamente un punto neutro o, mejor dicho, subterráneo de no-humanidad. En ese sentido, tanto el aceleracionismo como el realismo especulativo son una revisión de preceptos y conceptos clásicos del pensamiento filosófico (el ser, la sustancia, la existencia, la naturaleza) pero, ahora, abordado desde otra arista, advenida, recientemente en nuestra era digital que modificó profundamente nuestra sociedad. Esta nueva mecánica, ha sido la rúbrica del pensamiento en las últimas décadas.
Ahora bien, volviendo a Avanessian, la metafísica necesaria para nuestros tiempos escatológicos debe adentrarse en su enigmática relación con el afuera, marcando como pauta el fin del miedo a lo alien y su dimensión siempre irreductible. Tal como especificará:
La especulación metafísica del futuro nos enseña que debemos poner fin a nuestro miedo de lo alien y lo irreductible, y eso vale asimismo para el reino del pensamiento o noesis. Lo que puede denominarse una especulación poética o poiética (en el sentido de poiesis, o creación de lo nuevo) apunta no a la mente desplegándose en sí misma, sino siempre volviéndose otra cosa, siempre en un proceso de alienación de sí misma (pp. 140).
Según la referencia anterior, a continuación, precisaremos dos comentarios. En primer lugar, lo xeno como categoría metafísica apela al fundamento mismo, sin embargo, el fundamento ahora comprendido desde la visión de una alteridad radical que subyace en su profunda interioridad como un parásito o un injerto, es decir, un perpetuo extraño. Un abismo que siempre eludirá la imagen integrada del “todo” porque estará en sus márgenes móviles, como dirá Avanessian, en lo irreductible. Lo anterior resulta cardinal, por ejemplo, para el proyecto xenofeminista donde la partícula xeno refleja ese carácter de inclusión infinito y, por consecuencia, la idea de un anti-naturalismo.
El Xenofeminismo indexa el deseo para construir un futuro alien, con una triunfante X en un mapa móvil. Esta X no es la marca de una destinación, sino la inserción del keyframe topológico para que una nueva lógica se forje. Al afirmar un futuro desligado de la repetición del presente, militamos por capacidades ampliativas, por espacios de libertad con una geometría más rica que un pasillo, la línea de ensamblaje, y el feed. Necesitamos nuevas herramientas de perspectiva y acción desencadenadas de identidades naturalizadas. ¡En el nombre del feminismo la “Naturaleza” no debe ser más un refugio de injusticia o una base para cualquier justificación política! (Laboria Cuboniks, 2015).
En segundo lugar, adentrarse a lo irreductible en el proyecto de la metafí sica especulativa implica, al igual que en Harman con su ontología orientada a los objetos (OOO), un desplazamiento de la ontología hacia la estética: “Lo que hace interesante al lector esta relación de la OOO con el arte es que esta nueva filosofía no trata al arte como un subcampo periférico, sino como el núcleo mismo de nuestra disciplina, según nuestro conocido llamamiento a la ‘estética como filosofía primera’” (Harman, 2021:19) Finalmente, Avenassian agregará a la idea de xenoesis como punto liminal entre la ontología y la estética: “El pensamiento especulativo apunta a un futuro diferente, así como una alteridad o alter-egoización del ego. Incesante transformación del mundo y del ser: Xenoesis” (pp. 140). Para concluir, sostendremos, la idea de una xenopoética implica una revisión de la estética más allá de sus evidentes limitaciones ontológicas y epistemológicas precedentes del correlacionismo. En ese sentido, el desarrollo de unas “estéticas después de la finitud” es constatado por el estudio compilatorio de Amy Ireland –teórica del Laboria Cuboniks–, marcando nuevas fronteras que buscan desdibujarse de los contornos del pensamiento humanista que ha comandado la disciplina estética.
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